En ese amanecer todo resultaba más o menos normal, siempre visto desde aquellas ventanas extrañas. Cuando el primero de sus habitantes decidió salir de su casa notó que muchas cosas habían cambiado de lugar, otras no estaban, y algunas misteriosas habían aparecido. Era un panorama desordenado, como si mágicamente las cosas nuevas se hubieran posado y esperaban por las personas que las organizaran donde mejor les pareciera.
Ese primer habitante comenzó a gritarles a sus vecinos, y estos paulatinamente comenzaron a salir de sus casas y a compartir eso que él contemplaba.
Los ventanistas se apuraron a pedirles a las personas que regresaran a la seguridad de sus hogares, que desde sus maravillosas ventanas podrían observar como un departamento especial del grupo “Ventanal” se ocuparía de organizar las cosas nuevas en el sitio que correspondían, restituirían las que se habían volado y volverían a su posición ideal a las que habían sido movidas.
La gente desconfió, algunos decidieron remover sus ventanas. Y comenzaron a ver las verdaderas intenciones del grupo “Ventanal”, la cual no era solamente vender ventanas bonitas.
Hoy, a diez años de aquella brisa, algunas de las cosas que ese maravilloso viento sopló lejos aparecen nuevamente en las calles de ese pueblo. Maquilladas, claro está, por el departamento de mercadeo del grupo Ventanal. Quienes tienen el descaro de anunciar “maravillosas” reformas en el pueblo (en la infraestructura, claro está). Y planean instalar una gran ventana sobre el rostro de cada habitante. Dicen los más desconfiados que el grupo planea eso para que no vuelva a ocurrir, como hace diez años, que alguien incite a remover las hermosas y cómodas ventanas que el grupo puso en cada hogar.
Ahora el grupo Ventanal y sus departamentos especiales [de cipayos] tratan de explicar que los árboles son azules y fucsias, que los perros dicen “miau” y que los ladrones son en realidad exitosos y altruistas Empresarios.
Desde esta redacción del pueblo de los cuentos les avisamos; el pueblo ya espió la realidad por fuera de sus bonitas ventanas. Avisen al señor Duhalde que sus dichos (y labor para el grupo Ventanal) ya están desnudos frente a nuestros ojos. Ya no nos engañan, solo nos oprimen por la fuerza.
Se dice también que intentará desbancar a la actual alcaldesa del pueblo. Pero el pueblo, si eso llegase a ocurrir, no se quedaría sentado tras la linda ventana. Si, es una amenaza, lisa y llana.
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